Cerca de 90 personas se reunieron el 1 de diciembre en el Centro Cultural de España para el Conversatorio por la Vida Justa en el Planeta. Las estrategias desde los territorios por la justicia Económica y Climática fueron los temas abordados en las voces de activistas de Chiloé, Wallmapu, Santiago, Penco-Lirquén y Arica.
¿Qué significa una vida justa? ¿Cómo avanzamos hacia ella desde nuestros activismos y territorios? Fueron algunas de las preguntas que se respondieron en el “Conversatorio por la vida justa en el planeta. Experiencias colectivas para la justicia Económica y Climática”. “Nos parece que el contexto global de crisis es un tema ineludible. Hay un genocidio en Palestina. Una crisis humanitaria y de derechos hacia las personas migrantes. Hay violencia machista y racista. Hay precarización de las comunidades. Hay un cambio climático impulsado por el extractivismo y una avanzada de los movimientos conservadores, que hace urgente mirar no sólo lo que pasa, sino qué como enfrentamos el contexto de manera colectiva”, señaló Victoria Viñals, Encargada de Comunicaciones de Fondo Alquimia y presentadora de la actividad.
Alicia Muñoz, integrante del Directorio de Fondo Alquimia y presidenta de ANAMURI, ofreció unas palabras de apertura donde relevó la importancia de atender al contexto: “No podemos seguir haciendo caso omiso a las desigualdades que genera la acumulación por desposesión de derechos. Hoy en Chile la mitad de las y los trabajadores gana menos de 400 mil pesos. Por eso y tantas cosas que ocurres es importante declarar nuestro compromiso con los que hacemos: poner fin a las injusticias económicas y climáticas y también a la violencia contra las mujeres y diversidades. Tenemos que seguir por nuestros derechos con convicción y esperanza. Nuestras resoluciones las convertiremos en acciones y en lucha”.
Tras las presentaciones se conformó un panel compuesto por representantes de organizaciones apoyadas por Alquimia y que trabajan en estos temas: Scarleth Fernández del Centro Dises de Arica, Francisca Carril de la Asamblea de Mujeres Insulares por el Agua (AMIPA) del Archipiélago de Chiloé, Camila Inostroza de Sur Territoria de Wallmapu y Leticia Silva de Ecolety, de San Bernardo. Además, el panel contó con la moderación de la ecofeminista y activista del Movimiento por las Aguas y los Territorios, Francisca Fernández Droguett.
“Creo que muchas no habitamos esa vida justa, pero sí cotidianamente tratamos desde los mínimos detalles de que sí sea justa. Entonces la vida justa es una disputa. Y acá tenemos cuatro maravillosas compañeras que disputan esa vida justa en distintas aristas. Sabemos que hay un ecocidio constante y sistemático, hay un racismo ambiental, hay una deuda climática de los estados transnacionales, que son los causantes de las crisis. Muchas veces nos quieren hacer sentir que todas las personas que estamos aquí somos actoras de la crisis y es todo lo contrario. La mayoría de las veces somos las que estamos frenando esa crisis a través de prácticas como la autodeterminación alimentaria, energética y comunitaria de las aguas y con nuestras propias prácticas amorosas”, afirmó Fernández.
Activismos territoriales: construyendo soluciones económicas y climáticas
Scarleth Fernández, activista trans del Centro Dises de Arica, se refirió a cómo se enfrentan a las crisis y trabajan por una vida justa desde las disidencias sexuales y de géneros: “A las corporalidades que estamos fuera de la norma que está impuesta, se nos hace ver ajeno y lejano la posibilidad de poder tener una vida justa, de poder tener incluso una muerte justa. Desde ahí hemos ido estableciendo relaciones que nos permitan hacer solidaridad comunitaria para poder resistir y sobrevivir en este sistema. Respecto a cómo vamos vivenciando y resistiendo en los territorios, nosotras trabajamos por salud para nuestra comunidad y sobre todo por el cupo laboral trans que puede abrir otras oportunidades de vida justa para las disidencias”.
Luego tomó la palabra Francisca Carril de AMIPA, quien compartió los problemas que aquejan al Archipiélago de Chiloé, que se relacionan directamente con el extractivismo, la instalación de la industria energética, como plantas eólicas y líneas de transmisión, entre otros. Proyectos que muchas veces pasan por territorios sagrados para las comunidades indígenas de esos sectores. “Para poder vivir y tener una vida justa, una vida digna, nosotras lo hemos abordado desde distintos modos y principalmente ahora nos encontramos, por un lado, mapeando todos estos conflictos socioambientales, desde las propias experiencias de las compañeras de todo el archipiélago y donde también estamos visibilizando y tratando de meter ruido”. Recalcando la importancia de acceder a la información y poder difundirla, agregando que actualmente están articulándose con otras organizaciones, intercambiando saberes, como un ejercicio que también es terapéutico para quienes se movilizan.
Por su parte, Camila Inostroza de Sur Territoria compartió sus experiencias como activista y habitante del territorio de Wallmapu: “La militarización es muy preocupante, ya que nos damos cuenta de que, al estar los territorios militarizados, es mucho más fácil para estas empresas transnacionales extractivista destruir el territorio”. En esa misma línea, agregó que “también vemos cómo existe una persecución política judicial a defensoras y defensores de la naturaleza. Actualmente en el Wallmapu hay una situación preocupante, ya que hay muchos lamien que se encuentran encarcelados, con juicios muy extensos y con montajes políticos”. Para contrastar estas situaciones, en la organización Sur Territoria se enfocan en la educación y la formación popular comunitaria de las comunidades.
Finalmente, desde San Bernardo en la Región Metropolitana, Leticia Silva de la organización Ecolety, declaró: “Emprender nos cuesta tanto, son tantas las dificultades que nosotras tenemos para poder tener autonomía económica, que como proyecto, como mujeres, hace 13 años nos planteamos el cómo salir de la violencia económica, cómo emprender solas. Entonces, para poder dar una solución desde nuestras propias realidades, desde nuestros oficios, empezamos con talleres chiquititos y hasta el día de hoy hemos sostenido talleres, hemos crecido como escuela y hemos dado soluciones a muchas compañeras que vivían de estas situaciones complejas, dándoles oficios”.
Las experiencias de estas cuatro activistas, que vienen de territorios distintos, son sin duda, significativas y responden al movimiento que están levantando las mujeres y disidencias sexogenéricas en todo el país, que están haciéndole frente al sistema económico y ambiental, desde resistencias y activismos diarios, demostrando que otro futuro es posible.